- Si, por el contrario, has perdido o te han robado la tarjeta, eres responsable por el uso fraudulento hasta que comuniques el robo o la pérdida. En este caso, tu responsabilidad está limitada a un máximo de 50 euros, desde principios de 2018. Esto quiere decir que, si te quitan o pierdes la tarjeta, solo deberás pagar, como mucho, dicha cantidad. El resto lo pagará la entidad. Los bancos solo podrán negarse a aplicar este límite si pueden demostrar que el titular ha incurrido en un fraude o negligencia grave en la custodia de la tarjeta o de sus elementos de seguridad.
Y para no ser víctima…
Unos consejos sencillos y que todo usuario de tarjetas debería tener en cuenta a la hora de hacer compras por Internet.
Si vas a usar tu tarjeta en una compra, el código de seguridad CVV se vuelve sumamente importante, aunque cada vez es más común usar un proceso de doble verificación. Este procedimiento hace que te llegue un mensaje SMS al teléfono móvil con un código para autorizar el pago y así evitar fraudes.
Si quieres esquivar cualquier tipo de riesgo, puedes usar una tarjeta prepago. La ventaja de este tipo de tarjetas es que puedes cargar el importe exacto de la compra.
Utilizar pasarelas de pago como PayPal, Google Wallet o Apple Pay también te dará un plus de seguridad. No envían información de la tarjeta de crédito al vendedor y actúan como intermediario entre el comercio y el cliente.
Además, antes de efectuar un pago a través de una página web, comprueba si esta dispone de protocolo de seguridad SSL. ¿Cómo podemos identificarlo? Es fácil: revisa la barra de navegación y, si aparece un candado cerrado y la URL está precedida por “https://”, puedes hacer la compra con total tranquilidad.
Recuerda que nunca debes dar tus claves o elementos de seguridad ni siquiera si te los solicitan a través de un enlace recibido en un mensaje. De este modo evitarás casos de phishing que pueden terminar en compras fraudulentas con tarjetas.