Seamos más precisos: una línea de crédito (o cuenta de crédito) es una cantidad de dinero que el banco pone a tu disposición y que tú puedes usar en parte o en su totalidad durante un tiempo. Por ejemplo, un plazo de un año. El banco te deja un saldo extra en una cuenta y te cobra un interés por la parte de ese dinero que uses en momentos concretos. Pagas por el número de días que dispongas de esa cantidad.
Normalmente, también pagas un interés, más pequeño, por la línea de crédito en sí misma, por tener abierta esa cuenta con saldo del que puedes disponer. Pero el interés más alto es el que te cobran por la cantidad que utilices.