Leasing, un alquiler con opción a compra
Entre las posibilidades de conducir un coche habitualmente sin poseerlo se encuentra el leasing, una alternativa pensada para empresas. Se trata de una modalidad que permite conducir un modelo durante más de dos años y posponer la decisión de compra al final del período pactado. Se conoce también como financiación flexible y, de hecho, tiene algunos elementos en común con la financiación tradicional a la que nos referimos anteriormente.
En el leasing, el propietario del vehículo es la empresa que lo alquila. De hecho, la empresa es la que compra el coche para cedérselo al usuario durante un tiempo determinado.
Con esta modalidad, se pagan cuotas más bajas que con la financiación tradicional mientras dura el periodo de cesión. Eso sí, el usuario se hace cargo igualmente de los gastos asociados al uso del coche, como seguros, revisiones, reparaciones de averías o impuestos municipales.
Cuando termina el contrato, se puede abonar el valor residual del vehículo —que será la diferencia entre lo que pagó la compañía de leasing más ciertos gastos e intereses y lo que el usuario ha abonado en cuotas— para hacerse con él en propiedad. Si no se ejerce la opción de compra, se puede devolver el vehículo o renovar el contrato.
La principal característica del leasing es su flexibilidad. Esto lo convierte en una opción ideal para personas que quieran probar un vehículo determinado antes de adquirirlo, experimentar con un determinado segmento o comprobar si realmente un coche eléctrico se adapta a sus necesidades. Incluso aquellos que recorran muchos kilómetros al año y que cambien de coche a menudo pueden encontrar en el leasing una manera cómoda y rápida de hacerlo.
El leasing también es atractivo para aquellos interesados en tener un coche en propiedad, pero que estén pendientes de posibles cambios en su vida en el corto plazo.
Renting, el alquiler a largo plazo
Ponerse al volante de un coche nuevo sin tener que preocuparse por el seguro, el mantenimiento o su posible depreciación es perfectamente posible. El renting o alquiler a largo plazo es la fórmula que lo permite.
Para ello, hay que pagar una cuota que incluye distintos gastos derivados de su uso y, por tanto, suele ser más elevada que la de leasing. Algunos de los gastos incluidos son reparaciones, revisiones, asistencia en carretera, impuestos o vehículo de sustitución.
Esta fórmula se centra más en proveer de una solución de movilidad al usuario que se ajuste a sus necesidades en cada momento que en proporcionarle un vehículo determinado. De hecho, los contratos de renting se pueden establecer por un plazo medio que va desde los 48 meses y hasta los cinco años.
Eso sí, suelen estipular un número máximo de kilómetros recorridos al año que, si se superan, pueden suponer un recargo, ya que, a más kilómetros, más desgaste del vehículo. Esto implica un mayor mantenimiento para que el usuario pueda seguir conduciéndolo sin inconvenientes.
Aunque en un principio el contrato de renting es un alquiler duradero sin opción a compra, lo cierto es que muchas compañías ofrecen la posibilidad de comprar el coche al finalizar el contrato. En este caso, se suele pedir a cambio el precio del vehículo en el mercado de segunda mano. Con todo, lo más habitual es que, al finalizar el periodo de alquiler, se ofrezca al usuario un nuevo contrato con un coche distinto o una prórroga del actual.
Entre los perfiles a los que más conviene el renting se encuentran las personas que cambian a menudo de residencia y que no quieren poseer un vehículo. También aquellas interesadas en disfrutar siempre de los últimos avances tecnológicos de los coches, al tener la posibilidad de cambiar de vehículo cada poco tiempo. Una opción que también encaja para los que busquen estabilidad en lo que pagan por su movilidad y quienes quieran contar con un vehículo solo de manera temporal.
Aunque el renting y el leasing son modalidades que tradicionalmente han disfrutado autónomos y empresas gracias a los beneficios fiscales que les aportan, lo cierto es que también los particulares pueden acogerse a ellas. Solo hay que reflexionar sobre el tipo de movilidad y el estilo de vida que tenemos para elegir la manera más adecuada de disfrutar de nuestro próximo coche nuevo.