Aplicaciones del código IBAN: la zona SEPA
Tras la entrada en vigor del euro (2002), la UE consiguió el objetivo de tener una moneda común. Sin embargo, todavía existían problemas con algunas operaciones monetarias. Cada Estado miembro seguía teniendo sus propias cuentas bancarias y a la hora de transferir el dinero, era difícil saber de qué país procedía. Para simplificar las cosas, la UE puso en marcha la SEPA en 2014 (Single Payments Area o zona única de pagos en euros).
Pertenecen a ella los 27 Estados miembros de la UE, así como Islandia, Liechtenstein, Mónaco, Noruega, San Marino, Suiza, Andorra, Vaticano y Reino Unido (pese al Brexit). En general, la cobertura no se extiende a los dominios de ultramar de países como Francia, Reino Unido o Países Bajos. Y en Chipre, solo se incluye a la parte controlada por Chipre del Norte.
Paralelamente al surgimiento de esta nueva región financiera, se introdujo el código IBAN en las cuentas bancarias, con el fin de sustituir al anterior Código de Cuenta Bancaria (CCC). En el caso español, las cuentas tenían 20 dígitos anteriormente. Con este nuevo cambio y como se ha visto anteriormente, todas pasaron a tener 24, a partir del 1 de febrero de 2014. El resto de Estados miembros también pasaron por procesos similares. El último paso ocurrió 2016, cuando acabó el plazo para que países externos a la zona euro migraran a este sistema SEPA.
Las aplicaciones de esta zona única de pagos en euros se extienden a varios sectores. Entre ellos, las transferencias, los adeudos directos (anteriormente conocidos como domiciliaciones bancarias) y las tarjetas. En este sentido, la ventaja para los españoles es clara: pueden realizar transferencias a cualquier país de SEPA de forma más rápida.