La sociedad SWIFT se fundó en Bélgica en 1973, con el objetivo de facilitar los pagos y la comunicación entre los diferentes bancos mundiales. Dos años más tarde, en 1975, se creó el sistema del mismo nombre. Actualmente es conocido como ISO 9362, un sistema internacional de pago de mensajes. En la actualidad, sus centros de operaciones se encuentran en Estados Unidos, los Países Bajos y Suiza.
La mayor parte de los países del mundo utilizan este sistema, especialmente en Occidente. Sin embargo, existen algunas alternativas, como el CIPS chino, el SPF ruso o el de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). En el caso de Rusia, cuando Vladimir Putin decidió invadir Ucrania, Occidente respondió con acciones coordinadas. Tanto la UE como EEUU dejaron a los principales bancos rusos fuera del acceso a este sistema internacional. De hecho, esta fue una de las primeras medidas adoptadas por los líderes occidentales.
Aplicaciones del SWIFT/BIC
Como podrás imaginar, este proceso comprende mucho más que las once letras del código. Su infraestructura comprende un sistema informático que funciona mediante mensajes cifrados entre entidad y entidad. En la práctica, el código SWIFT/BIC es un mensaje cifrado que aporta los datos de cada transacción (gastos, divisa, fechas en los que se realiza) y constituye una prueba irrevocable de que se ha realizado. Por lo tanto, proporciona seguridad jurídica al receptor. De esta forma, se reduce el riesgo de fraudes, operaciones con dinero negro o diferentes tipos de estafas.
Los productos de los que se compone SWIFT son bastante variados, aunque existen diferentes secciones (seguridad, tesorería y derivados, manejo del dinero y servicios del comercio). Sin entrar en muchos detalles técnicos, se trata de una infraestructura bastante compleja que regula gran parte del movimiento del dinero a nivel mundial.