Desde que nacemos, el tiempo pasa. Vivir la vida implica pasar por distintas etapas: niñez, adolescencia, juventud, madurez… y ahora, la vejez.
No existe una edad concreta para entrar en la vejez. Envejecer es un proceso que ocupa una parte importante de nuestras vidas, con cambios lentos, graduales, universales. Afecta a todos y a todas, pero de forma particular, diferente para cada cual.
En el envejecimiento influyen factores de todo tipo: biológicos, sociales, económicos, de salud, de género, educacionales… y también el modo de vida que se lleva y las decisiones que se toman. Cada persona puede intervenir en su proceso de envejecer.
A continuación, abordamos la preparación para la vejez, animando a entenderla y asumirla desde la experiencia de cada cual y comprendiendo la visión que sobre el envejecimiento existe hoy en nuestra sociedad.
Todo ello, a través de tres grandes apartados:
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El cuerpo: cambios físicos ligados a los procesos de envejecimiento.
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Los aspectos mentales y emocionales: vivencias y experiencias, autoestima, formas de pensar, dificultades.
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El entorno y la vida social: relaciones, recursos y habilidades de relación, el medio en que vivimos.
El reto de envejecer
Envejecer implica cambios. La vida es así. Pero estos cambios no conllevan abandonarse o menospreciarse. El ser persona, la sabiduría y la belleza interior no dependen de la edad.
Aceptación
En general cuesta aceptar los cambios. Puede haber reacciones iniciales de sorpresa, angustia, no querer hacerles caso, miedos… Hay quien se desmoraliza y siente tristeza por lo que pierde.
Ir haciéndose a la idea, comprendiendo cada cambio, lo que es y lo que supone, reconocer cómo afecta emocionalmente… ayuda a conseguir el reequilibrio emocional y el manejo de la situación.
Control de la propia vida
En el proceso de envejecer la capacidad para decidir se mantiene. Muchas personas mayores expresan hoy un fuerte deseo de independencia y de autonomía; quieren manejar su propia vida.
Es importante poder decidir a qué se quiere dedicar la vida y atender las necesidades básicas: cuidado personal, movilidad, vida independiente, manejo económico, relación con otras personas, vida en sociedad.
Esforzarse por mantenerse activa o activo física, mental y socialmente ayuda al bienestar en la vejez. Es útil también identificar cuándo necesitamos ayuda y ser capaces de pedirla.
Desde ti
El desarrollo de las personas dura toda la vida. También se da en el envejecimiento y la vejez. Desde esta perspectiva se plantea envejecer:
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Desde la propia personalidad, conociendo nuestros deseos y necesidades, desde lo que sentimos y pensamos. Es importante quererse, aceptarse, apreciarse.
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Desde los propios derechos. A veces sentirse mejor en la vejez requiere reafirmarse, actuar a favor de los propios intereses (sin lesionar los de las otras personas). Tenemos derecho a que se nos trate con respeto y consideración.
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Desde la propia experiencia, con todo el conocimiento, sabiduría y experiencia acumulada.
Cuidar nuestro cuerpo
Aunque en todas las edades se recomienda llevar una vida sana, en esta etapa es especialmente importante para cuidar la salud y sentirnos mejor.
Dejar de fumar, si se fuma, y respirar aire sin humo es una de las medidas que más puede contribuir a la salud (permite respirar mejor y disminuye el riesgo de enfermedades del corazón y algunos cánceres).
Alimentación. Es muy útil comer de todo y en cantidad suficiente y beber agua. Con la edad se puede ir perdiendo apetito y se tiene menos sed. Se trata de comer abundantes frutas y verduras, pan, cereales, pasta o arroz (mejor integrales), productos lácteos desnatados (yogures, leche, queso), pescado, etc. Comer menos grasas, carnes grasas, embutidos, productos azucarados, bollería y sal.
Higiene. Una ducha diaria y el cuidado de las uñas y los pies ayudan a sentirse mejor.
Sexualidad. Se trata de relacionarse y buscar de común acuerdo cómo seguir disfrutando juntos. El contacto piel a piel, las formas de sexualidad centrada en abrazos, besos, caricias, etc., y las relaciones coitales siguen teniendo mucha importancia en la vejez.
Para la sequedad vaginal en las mujeres puede utilizarse un lubricante. A veces cuesta más mantener la erección en los hombres o conseguir el orgasmo. El preservativo es útil en la prevención del sida y otras enfermedades de transmisión sexual.
Relajación. En esta etapa, como en otras, hay situaciones de la vida cotidiana que producen tensión. La relajación, la respiración y el masaje son útiles para descargar la tensión física.
Alcohol. Uno o dos vasos de vino o cerveza al día pueden ser saludables, pero un consumo excesivo o tomar alcoholes de alta graduación puede resultar perjudicial.
Ejercicio físico. El cuerpo va siendo menos fuerte, pero hay actividades para conservar mejor la forma física de músculos, huesos, corazón y pulmones y prevenir y controlar enfermedades y reducir o retrasar la incapacidad o dependencia.
Se trata al menos de caminar todos los días 30 minutos un poco rápido (o bailar, nadar, bici…) y hacer ejercicios de fuerza, flexibilidad y equilibrio dos días por semana. Siempre es mejor hacer algo que nada. Se trata de mantenerse activo hasta donde sea posible y moverse con cuidado para evitar lesiones y caídas.
Incontinencia urinaria. A veces con esfuerzos, movimientos bruscos, al andar deprisa o al correr puede escaparse orina. Conviene consultar en el centro de salud. Existen ejercicios que pueden ayudar.
Sueño y descanso. Se recomienda descansar suficiente y, si es posible, dormir 7-8 horas, teniendo en cuenta las particularidades de cada cual.
Puede ir haciéndose más difícil mantener un sueño regular y sin interrupciones. Con la edad los despertares nocturnos son más frecuentes y más largos. Algunas cuestiones que pueden ayudar al descanso y al sueño son:
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Mantener horarios regulares, tanto a la hora de acostarse como de levantarse.
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Silencio, ventilar la habitación antes de acostarse, temperatura de 18-20º y oscuridad.
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Somier y colchón adecuados, almohada que permita una ligera inclinación de la cabeza.
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Rutinas o cosas que se hacen siempre antes de dormir: leer, escuchar música.
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Evitar las sustancias excitantes (café, cacao, té, alcohol, tabaco), especialmente por la tarde, y hacer cenas ligeras.
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Procurar llegar a la hora de dormir con calma, habiendo descargado la tensión física.
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Procurar retomar pensamientos positivos y recordar momentos agradables.
Cuidados mentales y emocionales
El envejecer afecta a la memoria y al pensamiento, pero no tanto como se pensaba. Hoy se sabe que en la vejez:
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Las capacidades mentales de unas personas casi no se modifican, mientras que las de otras se afectan más. Existen muchas diferencias en las formas de envejecer.
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Con buena salud, no se observan grandes cambios hasta edades muy avanzadas. Hay personas que siempre funcionan bien. Algunas enfermedades afectan al funcionamiento mental.
El día a día
Con un poco de atención, la vida cotidiana no suele suponer ningún problema, incluso mejora con la edad por la experiencia acumulada. Como en cualquier época, se recuerda más aquello a lo que se presta más atención. Con la edad lo que a veces ocurre es que se pierde interés por algunos asuntos y aumenta por otros. Las prisas, pérdida de alicientes, preocupaciones, ansiedad, cansancio, actuar de forma mecánica… producen pérdidas de atención y hacen que las cosas se registren mal en la memoria.
La pérdida de memoria
Hay situaciones que requieren mayor atención, en las que el cerebro necesita trabajar más y conectar bien con lo que está guardado en el fondo de la memoria… y eso se hace más difícil con la edad. Las pérdidas que pueden ir apareciendo afectan a la atención, rapidez, flexibilidad mental y precisión. Se sigue razonando bien, pero se tarda más en aprender y se olvida más fácil lo aprendido. Puede ir haciéndose más difícil dividir la atención en diversos asuntos o recuperar la información almacenada, puede necesitarse más tiempo para procesar y reorganizar la información.
Aunque los fallos de memoria están ligados a la edad, no se relacionan con el alzhéimer u otras demencias. Si aparecen miedos o dudas sobre los olvidos, puedes consultar en tu centro de salud. La mente, como el cuerpo, se puede ejercitar.
Los sentimientos, ¿cómo cuidarlos?
Cuidar los sentimientos es sentirlos, vivirlos, reconocerlos, aceptarlos… Esto es lo que estoy viviendo.
Cuidarlos es también aceptar el paso del tiempo, atreverse a envejecer, cambiar, aceptarse. Vivir los acontecimientos alegres y también los tristes. Y es revisar nuestra forma de mirar la vida. ¿Realmente las cosas son como yo las veo? ¿Hay formas más positivas de mirarlas? ¿Está la botella medio llena o medio vacía? Además, se trataría de introducir en la vida cotidiana el máximo posible de pequeñas cosas y momentos que nos generen placer, disfrute, alegría, paz, humor o tranquilidad.
A veces puede ser muy útil expresar y compartir nuestras emociones y sentimientos. Hay personas a las que les puede merecer la pena dedicar tiempo y energía a estar más positivas y optimistas.
Cuidar el entorno y la vida social
Como parte del proceso de envejecer es importante considerar el ámbito de las relaciones personales:
Las relaciones en esta etapa
Lejos de las imágenes que asocian aislamiento y vejez, en esta etapa se mantienen muchas relaciones, siendo las más frecuentes las de pareja y/o grupo familiar (hijos, hijas, nietos, nietas, parientes), amistades y vecindario. En las relaciones muchas cosas son iguales a cualquier edad: la importancia de la seguridad emocional, el respeto y la comunicación, los lazos afectivos, la presencia de conflictos inherentes a cualquier relación. Existe la oportunidad de desarrollar formas de relación más satisfactorias, «que nadie esté esclavo de nadie». Pero esto requiere voluntad y esfuerzo. A veces es difícil y hay que pedir ayuda.
En la medida de lo posible es útil, también, establecer relaciones continuas con gente más joven, escuchando con atención las sugerencias de otras generaciones.
Relaciones de calidad
Al envejecer se aumenta la consciencia de uno o una misma como sujeto de las propias relaciones. En ellas se está con toda la historia que a cada persona nos acompaña.
El modo de relacionarse tiene que ver con las experiencias y habilidades de relación que se han tenido a lo largo de la vida y con lo que ahora se elija.
Un entorno seguro y acogedor
Al envejecer se va necesitando un entorno más seguro y favorecedor. Si se puede, es útil ir aprovechando reformas para mejorar la seguridad en la vivienda (recordemos el apartado «Prevenir y curar»), la iluminación, los accesos, el ascensor… También nuestra comunidad va eliminando barreras arquitectónicas y aumentando los recursos, aunque aún queda mucho por hacer.
Recursos disponibles
Se pueden contabilizar ofertas de actividades socioculturales, educativas, excursiones, visitas, estancias en balnearios, actividad física. La participación en actividades de voluntariado (asociaciones, ONG…) permite desarrollar acciones socialmente útiles. Para situaciones concretas existen grupos de apoyo y autoayuda.
Pueden irse pensando alternativas de vida: vivir en casa, apartamentos tutelados, viviendas comunitarias, residencias… Pueden buscarse también alternativas más personales o colectivas (grupos de personas que buscan una alternativa en común). Hay más información en los servicios sociales y el centro de salud.
Continuar el proyecto de vida
En cualquier caso, se trata de dirigir la propia vida, decidir en qué dirección se quiere seguir, desarrollando y adecuando constantemente el propio proyecto de vida (lo comentamos ya en el apartado «Aquí y ahora… y hacia delante»).
Prepárate una vejez sana. Te la mereces.